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viernes, 6 de marzo de 2009

ASUNTOS EXTERIORES III: ESPAÑA

CIRCULOS DE ARENA
No me gustan los toros, no entiendo ni las suertes, ni los tempos, ni la lógica taurina.
Pero hay que rendirse a la evidencia: la literatura, la pintura, el teatro y otras artes, no atraen a un público viajero, y sin embargo toros, semana santa, ferias, romerías populares... levantan un interés masivo.
Lo que un viajero suele interpretar, es estrictamente una “matanza” que les venden en cualquier taquilla de entradas. Eso es lo que transmiten en sus respectivos países al explicar lo ven. Nunca lo entenderán, porque nadie se preocupa por transmitirles su contenido. Puede resultar tan “snob” como ver un desfile de faquires en Tamil Nadu, un sacrificio de corderos en el fin del "Hadj" musulmán, o un sacrificio de búfalos de los toradja de Sulawesi….

Sin embargo, para mi,,,si desligo el contenido del continente, si me gusta el toreo.
Cuando de lo estrictamente visual, se da paso a la estética y al arte.

Siempre he pensado en imaginar zenitalmente una corrida desde arriba. ¿que resulta de plasmar la faena sobre las trazas dejadas en un coso? Pensando la solución, me acordé de la teoría que escuche alguna vez al maestro Esplá y la reinterpreto a mi manera.
El toro es pieza fundamental y material, hace las sugerencias iniciales debido a su “animalidad” o “vitalidad”. Reta al torero para que active con toda su maquinaria técnica, el camino a la inspiración. Durante la lidia, los terrenos se hacen tangibles, pasan de lo imaginario a lo material.
Como estímulo el toro pierde toda su identidad al llegar a la plaza, y solo trata de defender su vida. Normalmente, al principio el toro embiste muy linealmente, pero tiende a ir curvando su trayectoria. En ese momento es cuando entra en escena el lidiador y debe hacer girar al animal entorno a un eje que fija el mismo. Las líneas que se delimitan tienden a un círculo casi completo.
Cuando en el reto, ambos se entienden, esa comunicación trasciende, conmueve….surgen los círculos de creación.
La magia del toreo.
Ambos tienen miedos, el animal un miedo irracional que aparece y desaparece con la situación que lo provoca. En el torero es un miedo racional que parte de sus elucubraciones intelectuales, miedo al ridículo o a la muerte. Esos miedos son los que movilizan al artista.
Ese momento se prolonga, hasta que ambos comprenden, que uno de los dos tiene que morir.
Llega un momento en que el artista, crea y se recrea para si mismo. No puede definir por encargo. Al igual que me pasa a mi, cuando estoy frente a una hoja en blanco.
Cada espectador observa la tarea artística y la interpreta a su manera.

Sólo hay una persona que no torea, dibuja...
No se balancea,…. se queda fijo, inmóvil, retador al peligro....
No mata, ejecuta...y a veces hasta indulta y perdona la vida.
No prolonga las tradiciones, sino innova en pleno proceso creativo, adaptando al siglo XXI un arte ritual...
No quiere televisiones, su contrato no es visual sino espiritual....
No acepta entrevistas, se expresa mediante su arquitectura taurina efímera....
No desea música, sólo ansía diálogo con el toro....acercarse, susurrarle...

Dibuja círculos en la arena.
Estudia los terrenos, para conseguir domar esa fuerza centrifuga que proviene de las fuerzas oscuras del animal hasta convertirla en centrípeta.
En la medida en que alcanza esto, crea una armonía que produce un momento de emoción artística. Un equivalente a una fundamentación geométrica de la estética, como en otras artes, pintura, música... Basta ver una tauromaquia de Picasso o Barceló para “leer” estos argumentos.
Llegar a la esencia, es el fin de toda representación artística.

A buen conocedor, sobran las palabras.
No he hablado de toros, he hablado de arte.
Ese artista es José Tomás,
Sólo dibuja círculos en la arena, aunque los viajeros nunca lo entenderán....

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